Las moscas y la leche

Género: Narrativa

Probablemente se deba a que los domingos requieren de una explicación  metafísica. El tiempo ese día cambia su paso, se vuelve  horizontaldensamente horizontal.

Estaba yo en ese  larguísimo periodo en que la espera a que la leche  hierva se  convierte en la imagen de una  eternidad  aterradora. En mi estado de  vi  revolotear a dos moscas dentro de la no tan  higiénica cocina. Eran la intensa contraparte a la inmovilidad del tiempo de la leche, de mi propio tiempo. Buscaban con esos  finísimos sentidos suyos. Después de todo, son seres universales, y de la misma manera se arrojan sobre la  divina    cantada por los griegos, como caen sobre lo más sucio que se  admita haber llevado dentro.

Hay algo en la  terquedad de las moscas que les  procura una agresión más allá del  zumbido o del casi  feérico  toque de sus alas. Son insoportables. Insoportables, y si entretanto la leche no hierve, porque su tiempo, mi tiempo y el tiempo de las moscas no puede sincronizarse, el spleen se transforma en  infinita  melancolía.

Las moscas caminaban sobre un mueble cerca de mi vista  inmóvil, mi cuerpo inmóvil. Después de muchos encuentros  desafortunados, lograron juntarse y  elevarse unidas dejando el tiempo horizontal como una gota de leche  cuajada en una mesa, sin fuerza para  escurrirse hasta el suelo.

Las moscas volaban   y yo les tuve  envidia.

Fuente:

Aline Petterson, Material de lectura, Selec. e introd. María Luisa Mendoza, México, Coordinación de Difusión Cultural/UNAM, 2011 (El Cuento Contemporáneo, 100), p. 5.

Literatura a la Carta, plataforma desarrollada por el CEPE-UNAM :: 2022 | Sección de Narrativa: Clave del proyecto-PE401111 | Sección de Poesía: Clave del proyecto-PE401622