Humberto Guzmán nació en la ciudad de México en 1948. Estudió economía en el Instituto Politécnico Nacional ; además estudió análisis de textos, composición dramática, creación literaria, literatura comparada, cine e historia del arte.

A partir de 1972 ha sido coordinador de talleres literarios, entre los que destacan el de la Escuela Nacional de Artes Plásticas, Casa del Lago, Dirección de Literatura, Casa Universitaria del Libro, Escuela Superior de Oaxaca, Universidad Iberoamericana, Universidad de las Américas y Difusión Cultural del IPN.

De 1972-1973 fue becario del Centro Mexicano de Escritores, y en 1986 del International Writing Program (University of Iowa). Ingresó al Sistema Nacional de Creadores de Arte del Fonca en 1993.

Como periodista ha colaborado en El Heraldo Cultural, Revista de la Universidad, Revista IPN, El Cuento, El Gallo Ilustrado, Revista Mexicana de Cultura, La Cultura en México, El Búho, Plural, La Vida Literaria, y Revista Hispanoamericana.

En su larga trayectoria ha ganado varios premios entre los que destacan el Nacional de Novela 1971, del Ateneo Español 1987; de Periodismo José Pages Llergo 1998, y el Nacional de Novela José Rubén Romero 2002.

Su obra abarca los siguientes libros de cuentos Los malos sueños (1968); Contingencia forzada (1971), Manuscrito anónimo llamado consigna idiota (1975), Diario de un hombre común (1988); entre sus novelas destacan El sótano  blanco (1972), Historia fingida de la disección de un cuerpo (1982), Los buscadores de la  dicha (1990) y Los extraños (2002); también ha publicado teatro, Seductora  melancolía (cuento y teatro, 1989); un libro de textos visuales “V” (1979); una autobiografía, Humberto Guzmán, de cuerpo entero (1990) y el manual, Aprendiz de novelista (2004).

Sobre la obra de Guzmán se ha ocupado J. Ann Duncan, en su libro Volees, Visions and other Viewpoints (University of Pittsburgh Press, 1986, USA).

Las preocupaciones esenciales de la obra de Guzmán son la experimentación, el erotismo, la pesadilla, el misterio y el caos. A decir de Ostrosky el discurso de Guzmán “se enraíza en lo onírico, lo misterioso y en un fino erotismo que por sí mismos construyen atmósferas puras y tajantes. No sobra palabra alguna en sus relatos, lo que nace es la literatura y el lector es el testigo”.